sábado, 13 de junio de 2015

Fisiopatologia de la fiebre


En la antigua Grecia la fiebre era con- siderada un signo beneficioso durante una infección. Esta creencia tuvo sus orígenes en la doctrina Empedocleana que plantea- ba que la raíz de todo asunto estaba en "la tierra, el aire, el fuego y el agua". Estos conceptos fueron replicados por otros, in- cluidos los de Hipócrates, quien se refirió a los cuatro "humores": sangre, flema, bi- lis amarilla y bilis negra. Ellos considera- ban que la enfermedad se presentaba cuan- do uno de estos humores eran producidos en exceso, y en respuesta a este desbalance, el cuerpo desarrollaba una fiebre que "co- cinaba" el exceso del humor y finalmente se alejaba del cuerpo.

Los criterios de Hipócrates y Galeno coincidían al considerar ambos el papel be- neficioso de la fiebre y el uso de ésta como terapia.1,2 En el siglo XVII y aún en la década de los 60 del propio siglo se man- tuvo esta idea.
La primera de las teorías revisadas acerca de la fiebre en el siglo XX comien- za con la cita de Tomas Sydenham,3 cono- cido médico inglés que expresó: "La fie- bre es el motor que la naturaleza brinda al mundo para la conquista de sus enemigos".
Este concepto beneficioso de la fiebre se mantuvo sin cuestionamientos alrede- dor de 2 000 años, y se realizaron impor- tantes trabajos científicos que señalaron a la fiebre como un mecanismo de valor en la sobrevivencia del huésped infectado.4
Luego de los experimentos de Claude Bernard, eminente fisiólogo francés, quien demostró que los animales morían cuan- do su temperatura corporal normal exce- día de 5 - 6 °C,5 y con la introducción del termómetro en la práctica médica, comen- zó a considerarse la fiebre como un signo no ya tan beneficioso.

AGENTESINDUCTORES Y SUSTANCIAS NEUROQUÍMICAS

La reacción febril suele presentarse como resultado de la exposición del cuer- po a microorganismos infectantes, comple- jos inmunitarios u otras causas de infla- mación.

Esta reacción (fig. 1) se inicia por los efectos de agentes inductores externos7 (bacterias, polen, polvos, vacunas, cuer- pos nitrados de fenol, proteínas o produc- tos de desintegración de éstas) o por toxi- nas polisacáridas producidas por bacterias.8 Estos agentes inductores estimulan la pro- ducción de pirógenos endógenos, ya se trate de mediadores solubles o citoquinas, por células de la línea monocito-macrofágica, linfocitos o células neoplásicas,9 infecta- das por virus y otras.10,11 Entre las cito- quinas circulantes con acción pirogénica se encuentran la interleuquina 1 α y ß (IL1), la interleuquina 6 (IL ), el factor de necrosis tumoral α y ß (FNT), el interferón a y ß (INF) y la proteína α 1 inflamatoria del macrófago (PIM).11-13 No obstante, debe- mos señalar que el aumento de la tempe- ratura no se debe sólo a los efectos farmacológicos de estos mediadores.


Entre los efectos de la interleuquina 1 y la de otros pirógenos endógenos se ci- tan:
Aumento de la quimiotaxis.
Aumento de la actividad oxidativa (metabólica). Aumentodelaliberacióndelactoferrina en neutrófilos lo cual produce una dis- minución del hierro sérico, inhibiendo así el incremento de muchos mi- croorganismos.
Estimulación de la proliferación de linfocitos ß y producción de anticuerpos. Estimulación de la activación de linfocitos T. Aumentodelaproliferacióndelinfocitos T auxiliadores.
Aumento de la capacidad citotóxica de los linfocitos T.
Las observaciones in vitro sugieren que la fiebre desempeña una importante fun- ción en la potenciación de la respuesta in- mune.
Las citoquinas circulantes probable- mente no penetran en el cerebro, pero interactúan con elementos sensoriales en el órgano vascular de la lámina terminal (OVLT) y otras regiones cercanas al cere- bro, donde promueven la síntesis de prostaglandinas E2 a través de la estimulación de la cicloxigenasa. 

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