En la antigua Grecia la fiebre era con-
siderada un signo beneficioso durante una
infección. Esta creencia tuvo sus orígenes
en la doctrina Empedocleana que plantea-
ba que la raíz de todo asunto estaba en "la
tierra, el aire, el fuego y el agua". Estos
conceptos fueron replicados por otros, in-
cluidos los de Hipócrates, quien se refirió
a los cuatro "humores": sangre, flema, bi-
lis amarilla y bilis negra. Ellos considera-
ban que la enfermedad se presentaba cuan-
do uno de estos humores eran producidos
en exceso, y en respuesta a este desbalance,
el cuerpo desarrollaba una fiebre que "co-
cinaba" el exceso del humor y finalmente
se alejaba del cuerpo.
Los criterios de Hipócrates y Galeno
coincidían al considerar ambos el papel be-
neficioso de la fiebre y el uso de ésta como
terapia.1,2 En el siglo XVII y aún en la
década de los 60 del propio siglo se man-
tuvo esta idea.
La primera de las teorías revisadas acerca de la fiebre en el siglo XX comien- za con la cita de Tomas Sydenham,3 cono- cido médico inglés que expresó: "La fie- bre es el motor que la naturaleza brinda al mundo para la conquista de sus enemigos".
Este concepto beneficioso de la fiebre se mantuvo sin cuestionamientos alrede- dor de 2 000 años, y se realizaron impor- tantes trabajos científicos que señalaron a la fiebre como un mecanismo de valor en la sobrevivencia del huésped infectado.4
La primera de las teorías revisadas acerca de la fiebre en el siglo XX comien- za con la cita de Tomas Sydenham,3 cono- cido médico inglés que expresó: "La fie- bre es el motor que la naturaleza brinda al mundo para la conquista de sus enemigos".
Este concepto beneficioso de la fiebre se mantuvo sin cuestionamientos alrede- dor de 2 000 años, y se realizaron impor- tantes trabajos científicos que señalaron a la fiebre como un mecanismo de valor en la sobrevivencia del huésped infectado.4
Luego de los experimentos de Claude
Bernard, eminente fisiólogo francés, quien
demostró que los animales morían cuan-
do su temperatura corporal normal exce-
día de 5 - 6 °C,5 y con la introducción del
termómetro en la práctica médica, comen-
zó a considerarse la fiebre como un signo
no ya tan beneficioso.
AGENTESINDUCTORES Y SUSTANCIAS NEUROQUÍMICAS
La reacción febril suele presentarse como resultado de la exposición del cuer- po a microorganismos infectantes, comple- jos inmunitarios u otras causas de infla- mación.
AGENTESINDUCTORES Y SUSTANCIAS NEUROQUÍMICAS
La reacción febril suele presentarse como resultado de la exposición del cuer- po a microorganismos infectantes, comple- jos inmunitarios u otras causas de infla- mación.
Esta reacción (fig. 1) se inicia por los
efectos de agentes inductores externos7
(bacterias, polen, polvos, vacunas, cuer-
pos nitrados de fenol, proteínas o produc-
tos de desintegración de éstas) o por toxi-
nas polisacáridas producidas por bacterias.8
Estos agentes inductores estimulan la pro-
ducción de pirógenos endógenos, ya se trate
de mediadores solubles o citoquinas, por
células de la línea monocito-macrofágica,
linfocitos o células neoplásicas,9 infecta-
das por virus y otras.10,11 Entre las cito-
quinas circulantes con acción pirogénica
se encuentran la interleuquina 1 α y ß (IL1), la
interleuquina 6 (IL ), el factor de necrosis tumoral α y ß (FNT), el interferón a y ß (INF) y la proteína α 1 inflamatoria del
macrófago (PIM).11-13 No obstante, debe-
mos señalar que el aumento de la tempe-
ratura no se debe sólo a los efectos
farmacológicos de estos mediadores.
Entre los efectos de la interleuquina 1
y la de otros pirógenos endógenos se ci-
tan:
Aumento de la quimiotaxis.
Aumento de la actividad oxidativa (metabólica). Aumentodelaliberacióndelactoferrina en neutrófilos lo cual produce una dis- minución del hierro sérico, inhibiendo así el incremento de muchos mi- croorganismos.
Estimulación de la proliferación de linfocitos ß y producción de anticuerpos. Estimulación de la activación de linfocitos T. Aumentodelaproliferacióndelinfocitos T auxiliadores.
Aumento de la capacidad citotóxica de los linfocitos T.
Las observaciones in vitro sugieren que la fiebre desempeña una importante fun- ción en la potenciación de la respuesta in- mune.
Las citoquinas circulantes probable- mente no penetran en el cerebro, pero interactúan con elementos sensoriales en el órgano vascular de la lámina terminal (OVLT) y otras regiones cercanas al cere- bro, donde promueven la síntesis de prostaglandinas E2 a través de la estimulación de la cicloxigenasa.
Aumento de la actividad oxidativa (metabólica). Aumentodelaliberacióndelactoferrina en neutrófilos lo cual produce una dis- minución del hierro sérico, inhibiendo así el incremento de muchos mi- croorganismos.
Estimulación de la proliferación de linfocitos ß y producción de anticuerpos. Estimulación de la activación de linfocitos T. Aumentodelaproliferacióndelinfocitos T auxiliadores.
Aumento de la capacidad citotóxica de los linfocitos T.
Las observaciones in vitro sugieren que la fiebre desempeña una importante fun- ción en la potenciación de la respuesta in- mune.
Las citoquinas circulantes probable- mente no penetran en el cerebro, pero interactúan con elementos sensoriales en el órgano vascular de la lámina terminal (OVLT) y otras regiones cercanas al cere- bro, donde promueven la síntesis de prostaglandinas E2 a través de la estimulación de la cicloxigenasa.
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